Durante el paso de la tormenta Eddie en diciembre de 2024, instrumentos satelitales pertenecientes a la Agencia Espacial Europea y la misión SWOT detectaron en mar abierto la presencia de olas con una altura significativa cercana a los 20 metros. Estas dimensiones, equiparables a la altura del Arco del Triunfo, representan las mayores crestas marinas registradas desde el espacio hasta la fecha. Este acontecimiento marca un hito en la investigación oceanográfica y constituye la base de un estudio que replantea la comprensión actual sobre el origen y la dinámica de las marejadas más intensas del planeta.
La investigación liderada por el oceanógrafo francés Fabrice Ardhuin combinó datos de SWOT con registros de otros altímetros satelitales y una base de datos de oleaje de décadas. El análisis reveló que los modelos numéricos y empíricos utilizados hasta ahora habían sobrestimado considerablemente la energía de las olas más largas. Esta nueva comprensión impacta directamente en el diseño de infraestructuras marítimas y en las estrategias de adaptación costera frente a eventos extremos.
Medición de Olas Gigantes desde el Espacio
La altura significativa de una ola es un parámetro que resume el oleaje y representa la media del tercio de olas más elevadas. En el contexto de la tormenta Eddie, el altímetro de SWOT midió una altura significativa de 19.7 metros y un periodo de aproximadamente 20 segundos. Estas cifras no solo establecen un nuevo récord en las observaciones satelitales desde 1991, sino que también revelan la presencia de muros de agua tan altos como edificios de seis pisos, elevándose y colapsando en la inmensidad del océano.
Hasta ahora, el conocimiento sobre estas condiciones extremas se basaba principalmente en modelos numéricos y relatos de marineros. La capacidad de medir directamente estas olas desde cientos de kilómetros de altitud permite verificar la precisión de dichos modelos. Este avance tecnológico proporciona una herramienta invaluable para los científicos, ayudándoles a refinar sus predicciones y a comprender mejor la complejidad de los fenómenos oceánicos a gran escala.
El Impacto de Eddie y la Reevaluación de la Energía Oceánica
Durante el pico de la tormenta Eddie, el 21 de diciembre de 2024, se registraron en el Pacífico Norte olas cercanas a los 20 metros. Los investigadores rastrearon la marejada generada por esta tormenta a lo largo de 24,000 kilómetros, desde el Pacífico hasta el Atlántico tropical, entre el 21 de diciembre y el 6 de enero. Sorprendentemente, incluso cuando la calma había retornado a la zona del temporal, sus olas continuaban su viaje incesante a través de los océanos, actuando como mensajeras silenciosas de su inmenso poder.
A miles de kilómetros del epicentro de la tormenta, SWOT logró detectar trenes de oleaje con longitudes de onda de entre 1,200 y 1,360 metros y alturas de solo unos centímetros, rozando los límites de la capacidad del satélite. Esta combinación de olas muy largas y ya bastante bajas concuerda con la teoría de que, dentro de la tormenta, las olas dominantes, más cortas y empinadas, transfieren parte de su energía a componentes de mayor longitud que, posteriormente, se dispersan por el océano. El estudio concluye que se había sobrestimado notablemente la energía de las olas más largas. Los modelos empíricos utilizados en ingeniería y meteorología asignaban hasta veinte veces más energía de la real a las componentes con periodos ligeramente superiores al dominante de la tormenta. En consecuencia, la mayor parte de la fuerza de un temporal se concentra en las olas dominantes, aquellas con periodos alrededor de los 20 segundos, que son las más peligrosas para embarcaciones, plataformas marinas y parques eólicos flotantes. Las olas muy largas, aunque importantes para la erosión costera o los microseísmos, no ejercen la misma presión energética que se pensaba.